Ir al contenido principal

La alegría y la tristeza.


Entonces, dijo una mujer: "Háblanos de la Alegría y la Tristeza"
 Y él respondió: 
nuestra alegría es nuestra tristeza sin máscara.
Y el mismo pozo del que mana nuestra risa, ha estado con frecuencia lleno de nuestras lágrimas.Y ¿cómo podría ser de otra manera? 
Cuanto más profundo ahonde el pesar en nuestro corazón, más alegría podrá contener.
¿No es la copa que guarda nuestro vino la misma copa que estuvo fundiéndose en el horno del alfarero? Y el laúd que serena nuestro espíritu ¿no es la misma madera que fue tallada con cuchillos?.
Cuando temblamos de alegría, miremos en lo hondo de nuestro corazón y comprobaremos entonces que sólo aquello que nos produjo dolor y tristeza también nos dio alegría .
Cuando se tiembla de tristeza, debemos mirar de nuevo en nuestro corazón, y comprobaremos que estemos llorando por lo que antes fue nuestra alegría. Algunos de nosotros decimos: "La alegría es superior a la tristeza", y otros: "No, la tristeza es superior."Pero yo os digo que ambas son inseparables.
 Juntas llegan, y cuando una se sienta a nuestro lado en la mesa, la otra espera durmiendo en nuestra cama. En verdad, estamos suspensos, como fiel de balanza, entre nuestra alegría y nuestra tristeza, sólo cuando estamos vacíos nos sentimos quietos y equilibrados.
 Cuando el guardián del tesoro nos llame para pesar su oro y su plata, nuestra alegría o nuestra tristeza harán oscilar a un lado o a otro el fiel de la balanza.”




Khalil Gibrán.






Comentarios

Entradas populares de este blog

Ayúdame a mirar...

“Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad del mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura. Y cuando al fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió al padre: "¡Ayúdame a mirar!" ( Eduardo Galeano.) La petición del niño ante la sorpresa azul del inmenso mar es la más bella expresión de lo que hombres y mujeres podemos hacer unos por otros en la búsqueda permanente que marca nuestra existencia. ¡Ayúdame a mirar! Tú no puedes mirar por mí, no puedes obligarme a mirar, no puedes hacer que yo vea lo que tú ves, no puedes forzarme, no puedes prestarme tus ojos, tus ideas, tu experiencia. Pero puedes ayudarme. Ya me has ayudado con llevarme al sur, con atravesar la arena conmigo, con pone

Dicen que antes de entrar en el mar...

“Dicen que antes de entrar en el mar, EL RIO tiembla de miedo... mira para atrás, para todo el día recorrido, para las cumbres y las montañas, para el largo y sinuoso camino que atravesó entre selvas y pueblos, y vé hacia adelante un océano tan extenso, que entrar en él es nada más que desaparecer para siempre. Pero no existe otra manera. El río no puede volver. Nadie puede volver. Volver es imposible en la existencia. El río precisa arriesgarse y entrar al océano. Solamente al entrar en él, el miedo desaparecerá, porque apenas en ese momento, sabrá que no se trata de desaparecer en él, sino volverse océano.” Khalil Gilbran.

Decir lo que se siente...

Decir lo que se siente exactamente como se siente. Claramente, si es claro, oscuramente si es oscuro; confusamente si es confuso. Fernando Pessoa.