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Mostrando entradas de enero, 2013

Dejamos huellas.

Todo lo que hacemos en el transcurso de una jornada deja huellas en los lugares que ocupamos. Son sellos, clichés, una memoria que queda ahí, fijada en el plano etérico, sobre las paredes, los muebles, los objetos. No es necesario tocar los objetos para dejar huellas en ellos; aunque no los toques, las emanaciones de nuestro cuerpo mental se imprimen en ellos. Y en los lugares por los que pases, en las personas con las que  te relacionas, dejas también huellas buenas o malas, luminosas o sombrías. Por eso es tan importante trabajar con nuestros pensamientos y nuestros sentimientos para mejorarlos, purificarlos, sabiendo que podemos hacer el bien o el mal no sólo con los actos, sino con los pensamientos. En todas partes, en cualquier lugar por el que pases, esfuerzate  para no dejar más que huellas de luz y de amor. Cuando pases  por un camino, por una calle: bendice ese camino o esa calle pidiendo que todos los que pasen por él reciban la paz y la luz, que sean llevados por el b

La simplicidad de la aurora.

D esde la simplicidades de la aurora surgen momentos de una profundidad  que escapan a toda explicación y de un poder que está más alla del sentimiento. Hay mañanas en que alguna alegría pequeña y aislada resulta más convincente  que todo un mes de dolor. J oan M ills.

Amar las preguntas.

T en paciencia con todo aquello  que no se ha resuelto en tu corazón  e intenta amar las preguntas por sí mismas,  como si fueran habitaciones cerradas  o libros escritos en una lengua extranjera.  No busques ahora las respuestas  que no estés preparado para vivir,  pues la clave es vivirlo todo.  Vive las preguntas ahora.  Tal vez las encuentres, gradualmente, sin notarlas,  y algún día lejano llegues a las respuestas.  R ainer   M aría   R ilke.

Luz.

Es curioso... A escala microscópica, somos vacío. No somos nada. En realidad la materia está vacía. Si nos acercamos a nuestra piel, y avanzamos a escalas microscópicas el vacío se hace inmenso, casi total. Sin embargo nuestra vida, nuestro mundo, universo, sensaciones, nuestros problemas son bien reales. ¿Qué somos, materia o vacío? Quizás somos luz encarnada, condensada. Luz cierta, a veces feliz, a veces sufriente, a ratos confundida o equivocada, y en otros nos reconocemos en esta esencia gozosa, simple, original. Cuando estamos felices, parecemos emitir luz. La buena gente, es luminosa. Ilumina la vida de quienes le rodean. Regala amor y alegría. "Parece que emitas luz", decimos a quienes vemos prendidos por el regalo de la alegría, la plenitud o la emoción generada por un sentimiento elevado y amable. "Iluminados" se ha llamado a aquellos avatares que desde la sencillez desvelaron obviedades obviadas que tenemos bien cerca y que no vemos por fa

Honremos a nuestros hijos.

No hay nada más sagrado que un niño pequeño.  Nada más puro, más hermoso y más frágil que un niño pequeño. Por lo tanto, no solo nos corresponde adorarlos, sino cuidarlos como un fino cristal, porque de lo contrario, se rompen para siempre.  ¿Qué hacemos frente a una joya única que nos han dado para custodiar? La envolvemos en un manto de terciopelo. Luego la adornamos con cintas de oro. Vigilamos que nadie se acerque.  Velamos que no sea manoseada. La acariciamos suavemente para que brille cada día más. La resguardamos de vientos y mareas. La protegemos de violencias humanas.  Y en el momento adecuado,  la volvemos a entregar al camino. El valor de la alhaja es incalculable y cualquier rasguño que sufra, será nuestra responsabilidad.  Solo deteniéndonos a observar la belleza infinita que emana de su luz, podemos vislumbrar  el tesoro que llevamos en nuestras manos.  Así son nuestros hijos, así de bellos, de luminosos y resplandecientes. Los niños merecen recibir desde el insta

La danza del vacío.

Lo importante es desvestirse y descubrir qué es lo innecesario, lo que nos sobra. Como árbol en invierno descubrir qué somos sin las hojas, sin las ideas, conceptos, apegos y condicionantes que forman nuestra identidad. Desnudándonos llegamos a la raíz, hasta el núcleo esencial de nuestro ser. Cuando regreses al núcleo, a la raíz de tu ser y veas a través de todo lo que crees ser, tus identidades más sagradas podrán caerse. Cuando descubrimos que podemos arreglárnoslas sin ellas, surge una belleza enorme. El regalo más hermoso de este invierno es indescriptible mediante palabras, sólo podemos vivirlo. El invierno te suplica que te dejes llevar y, después, no espera que hagas nada al respecto. Date la oportunidad de regresar natural y espontáneamente a la raíz de tu existencia. Regresa a lo indefinible. Cuando llegas al núcleo que surge cuando te deshaces de todo lo demás, te rompes de forma natural. Ese núcleo alberga un corazón espiritua

Una sonrisa.

H ay diferentes tipos de sonrisas. Usted puede decidir sonreír con los ojos, con la boca o con el corazón. …Pero luego está esa sonrisa que los contiene a todos. S tephen L ittleword. Fuente: Buho Blanco.

Un tonto o un guerrero.

La oración del tonto. Oh, Dios...! ¡Qué triste es este sucio mundo en guerra donde la gente me envenena y me odia! No puedo perdonarles sus ofensas. No puedo tolerarle sus discordias. Me han quitado la fe. Ya en nada creo. Sus mentiras han destruido mi Verdad. Me han robado hasta la última esperanza. Hndieron mi alegría en sus miserias. Sus tinieblas han borrado ya mi luz. Pobre de mí... No hay quién se acerque a darme algún consuelo. ¿Dónde estará aquel que me comprenda? ¿En que lugar el ser soñado que me ame? De nadie encuentro lo que necesito. Para el mal que me han hecho no hay perdón. Sólo en la muerte alcanzare el olvido. Así dice el que acusa a todo y a todos de lo que ocurre en su propia vida, y lo llamo tonto- como lo llaman los sabios toltecas- porque no aprenden nada. Y no aprende porque no puede aprender, porque al proyectar afuera todo lo negativo que le pasa, como si fuera su sombra, luego la ve como ajena, como algo

Las puertas viejas...

L as  puertas  viejas  tienen  que cerrarse, de no ser así,  ¿cómo crecerás y ascenderás?. Si sigues pasando siempre por la misma puerta,  entonces no es posible la transformación... O sho.

Vuelta a casa.

Hay tres estadios en el desarrollo espiritual, dijo el Maestro. El estadio carnal, el espiritual y el divino. ¿Cual es el estadio carnal, preguntaron impacientes los discípulos? Es cuando se ven los árboles como árboles y las montañas como montañas. ¿Y el espiritual? Es cuando uno mira las cosas con mayor profundidad, y entonces los árboles ya no son árboles ni las montañas son montañas. ¿Y el divino? ¡Ah!, eso ya es la Iluminación, dijo el maestro, soltando una risita, es cuando los árboles vuelven a ser árboles y las montañas vuelven a ser montañas. Anthony de Mello.

Trescientos sesenta y cinco días.

Olas de sueños cruzan el umbral de mi existencia me recuerdan la unicidad de la que soy parte, florece mi fervor, trepa mi plenitud hasta la ventana abierta de percepción que se mantiene disponible a la vida, ahora sé que este es mi camino, el sendero que me llevará al cumplimiento de la misión que me trajo a la tierra, ahora soy el protagonista en la película de mi vida, inmensa oportunidad que la agradeceré con trescientos sesenta y cinco días de felicidad por año. Me da la gana de ser feliz. Luis Ernesto Espinoza. Chamalú.